jueves, 7 de septiembre de 2017

El cuadro. Capítulo 25


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Sentía como la cabeza iba a estallar mientras un sudor frío iba recorriendo todo su cuerpo. Temblaba con cada paso, intentando mantener el equilibrio sobre la alfombra persa con el vaso de Whisky en una mano. Solo tenía una única obsesión: descubrir quién le había delatado y recuperar aquello que más ansiaba su jefe. Necesitaba limpiar su nombre, recuperar su dudoso honor y la confianza del hombre más importante e influyente de Rusia. Y no tenía otra alternativa que confiar en las dos únicas personas que hasta el momento les había importado poco: Isabel y Rubén. Ellos podían ayudarle, eran buenos chicos. Solo tenía que contarles la verdad.

Se acercó a la ventana apoyándose en el quicio. La luz de la ciudad se proyectaba sobre su rostro abatido como el de un fugitivo acorralado. Observó la calle. Ya no confiaba en nadie. Conocía perfectamente los procedimientos de la mafia rusa. Aunque su jefe era un magnate respetado, el pasado no le había suavizado el carácter y la forma de proceder ante situaciones comprometidas. Seguía siendo ese joven oficial de la policía secreta soviética que se ganó la confianza de Stalin a través del terror. Nada había cambiado. La política de su imperio seguía siendo la misma pero a nivel comercial y todo lo que pudiera interponerse ante sus intereses debía ser eliminado. Por este motivo Ignacio Gorján sabía que el mero hecho de poner en peligro el negocio de Prestupleniye suponía la muerte en todos los sentidos, una muerte lenta o rápida dependiendo de quien la ejecutara y de cual había sido el “delito”. En su caso, las circunstancias requerían rapidez y profesionalidad. Nada debía dejarse al azar.

Miró detenidamente al otro lado de la calle. Buscaba sin saber qué debía encontrar. Solo su instinto podía avisarle de cualquier anomalía ante una aparente calma. Era la noche del viernes y la calle se llenaba de gente camino de los teatros y restaurantes del centro. Cualquiera podía ser el asesino. Tras un rostro vulgar podía esconderse su verdugo y una mirada fugaz o un gesto inconsciente le podía delatar. Solo era cuestión de tiempo. Tomó el último sorbo dejando caer el vaso de Whisky en la mesa escritorio. Apenas podía tenerse en pie. Sacó un pañuelo de seda del bolsillo del pantalón y lo pasó por la frente para limpiarse el sudor. Volvió a acercarse a la ventana comprobando nuevamente que nada había cambiado. De vez en cuando se iba uno de los coches estacionados y rápidamente ocupaba el aparcamiento otro con rápidas maniobras. La mayoría era gente joven o parejas dispuestas a pasar una tranquila velada. Ignacio sonrió por un momento. «La vida siempre te devuelve los golpes», pensó. Antes de comenzar a trabajar para el magnate ruso en los departamentos financieros de una de sus empresas, estuvo destinado en seguridad. Su misión era vigilar empresarios, buscar sus puntos débiles y preparar informes que luego servirían ante cualquier negociación. Y la vida le había puesto en ambas situaciones: de vigilante, pasando las horas frente a la ventana de cualquier hotel o piso, a ser vigilado. Miró su reloj sin aparente interés. Eran las doce y media de la noche. El coche que veinte minutos antes había aparcado volvió a salir mientras otro esperaba a cierta distancia. Ignacio observaba como ambos hacían maniobras, casi coordinados, como si se tratara de una coreografía. Eran coches viejos, posiblemente comprados de segunda mano, y ambos del mismo fabricante y marca. Sin embargo, había algo que llamaba la atención. Estaba casi convencido de que el coche que había aparcado era el mismo que estuvo veinte minutos atrás en aquel mismo lugar. Miró detenidamente y ciertos detalles confirmaron sus sospechas. Dos coches se turnaban cada veinte o treinta minutos para hacer guardia frente al portal de su casa. Solo era necesario que un vehículo estacionara en doble fila mientras el otro salía del aparcamiento.



El ritmo cardíaco y la respiración de Ignacio se dispararon mientras sentía como su cuerpo se ponía en alerta. Comenzó a dar vueltas por el estudio intentando concentrarse. Miró por la ventana descubriendo que los ocupantes del vehículo seguían dentro. Tras unos segundos vacilando, decidió despejarse con una ducha de agua fría. Rápidamente se vistió con ropa más cómoda y comenzó a recoger documentación falsa y dinero para poder salir del país bajo otra identidad. El problema residía en cómo salir de allí. Había dos salidas, la principal y la del parking, que sin duda estaban vigiladas. Si hasta el momento no habían entrado significaba que esperaban a que él diera el primer paso. Tampoco se atrevía a coger el coche por temor a que lo hubieran manipulado. Tenía que pensar alguna solución.

Dieron las una menos diez de la noche. Pronto volvería el otro coche para hacer el relevo. Pero no. Ninguno se puso en doble fila a la espera de que el estacionado lo pusiera en marcha y dejara libre el aparcamiento. Se mantuvo unos minutos más y luego tuvo una reacción inesperada. Ignacio vio como el conductor atendía una llamada de teléfono, ponía en marcha el vehículo y salía a toda prisa por una de las calles circundantes. Aquello era ilógico. ¿Por qué había decidido marcharse sin esperar a que llegara el otro coche?

No era el modo de actuar que esperaba. Por la rapidez con que había salido parecía que huía. ¿Pero de qué o de quién? Pronto fue consciente de que había sido una trampa. La intención de ellos era más disuasoria que amenazante. Se trataba de obligarle a estar en el apartamento, sin poder salir, hasta que llegara la policía. En eso consistía la vigilancia: llamar su atención para retenerlo.

Rápidamente cogió la bolsa de mano con la documentación y el dinero y salió corriendo por las escaleras hasta el sótano. Allí accedió al aparcamiento que lo atravesó hasta la puerta del bloque de pisos contiguo. Las luces del portal adyacente se encendieron al detectar su presencia. Se acercó a la puerta cerciorándose de que la calle estaba despejada. Respiró profundamente varias veces intentando contener los nervios y salió a la calle caminando con paso firme. A medida que se alejaba iba descubriendo numerosos coches oscuros pararse frente al edificio. El operativo policial se había puesto en marcha, lo que significaba que estaba en busca y captura.


***

Nada más salir de la ducha, Rubén vio que la luz del Smartphone parpadeaba. Tenía nuevos mensajes. Terminó de secarse y con las toallas aún puestas se dirigió a la mesita de noche. Al otro lado podía escucharse el tocadiscos con el tema “Wenn wir in höcshten Nöten sein, BWV 641” de los Preludios corales de Bach. La música producía el efecto de evadirle del mundo, envolviéndolo en otra realidad más tranquila e intelectual. Se sentó en la cama y desbloqueó el Smartphone. El mensaje provenía de la aplicación que BJ diseñó. Le sorprendió que a esas horas BJ e Isabel estuvieran conectados. Entró en el Chat y accedió a la breve conversación.

>> ULISES [Activo]
>> RC.5 [Activo]
>> IS.3 [Activo]
  
>> ULISES
Es imposible recuperar toda la información de los ordenadores. Espero que se hiciera una copia de seguridad en el Servidor.

>> IS.3
Estaba toda la investigación en el ordenador de sobremesa
¿Dices que se ha perdido toda?

>>ULISES
Sí. Se han formateado los discos duros de todos los ordenadores, incluidos los portátiles.
Por el momento mejor no conectar el Servidor. Tendré que ir allí y revisarlo manualmente.

>> RC.5
¿Qué está ocurriendo?

>> IS.3
Nos han jodido los ordenadores…eso ha pasado

>> ULISES
El mismo que pirateo el sistema de seguridad de la tienda ha vuelto a entrar
Aunque ha borrado todos los datos de los equipos, el servidor está intacto

>> RC.5
Supongo que detrás de este sabotaje estará Ignacio Gorján

>> IS.3
Seguro, el muy cabrón…
No quiere que sigamos con la investigación

>> ULISES
No le encuentro sentido
¿Por qué querría fastidiaros la investigación?
Él tiene mucho interés

>> RC.5
ULISES tiene razón. No es lógico

>> IS.3
Pues ya me diréis quién ha sido
Un momento!!!


Se produjo una pausa de medio minuto. El Chat permanecía activo a la espera de que Isabel aclarara qué estaba ocurriendo. Temían que se hubiera producido otro incidente.



>> IS.3
Veo un punto rojo en la librería. Creo que viene de la ventana de la cocina

>> ULISES
Un punto rojo? :(

>> IS.3
Sí. Hasta ahora no me había dado cuenta. Viene del edificio de enfrente.

>> RC.5
¿Se mueve el punto?

>> IS.3
No. Está quieto

>> ULISES
Joder… os han estado escuchando de nuevo a través de un micrófono láser. Tenía que haberlo imaginado

>> IS.3
A qué te refieres?

>> ULISES
Es un sistema que envía un láser a un objeto, normalmente una ventana, rebota transformándose en señales electrónicas que se filtran y amplifican.

>> RC.5
Eso significa que conocen nuestra investigación

>> ULISES
Hasta donde habéis avanzado?

>> IS.3
Hasta el punto de entrada donde creemos que se accede al oro de la República.

>> ULISES
Entonces es comprensible que, sabiendo ellos por dónde empezar a buscar, os dejen fuera de la investigación borrando los archivos

>> IS.3
Eso significa que corremos peligro. Ya no somos de utilidad. Tienen lo que quieren

>> ULISES
Creo que tenéis que iros de ahí
...
Esperad un segundo

Una nueva pausa provocó tensión en el grupo. 

>> ULISES
He detectado un spyware en vuestros dispositivos móviles. Os controlan constantemente. Tenéis que deshaceros de ellos. Os lo han rooteado y tienen acceso a todo el sistema.
...
Veo que a través de un gusano también han accedido al dispositivo de vuestro amigo Ignacio Gorján. Todos los dispositivos están controlados desde varias fuentes.

>> IS.3
Qué significa eso?

>> ULISES
Que varias personas van detrás vuestra. Ahora mismo saben donde estáis

>> RC.5
De qué forma podemos despistarlos?

>> ULISES
Tengo una idea. Id al Edificio España y cruzar Madrid a través de los subterráneos hasta la vieja estación de Chamberí. Os pasaré la información necesaria para entrar en los túneles y atravesar la red
Por lo pronto estamos a salvo utilizando esta aplicación móvil. 
Cuando lleguéis al Edificio España deshaceros de los móviles y entrar en el subterráneo
Yo os espero en la vieja estación con lo necesario para que podáis escapar

>> IS.3
No sería más fácil tirar los móviles ahora, coger el metro y llegar hasta Chamberí?

>> ULISES
IS.3, conoces a los que os persiguen? Sabes que pueden tener acceso a las cámaras de seguridad y seguiros?
Hasta ahora estamos ante uno o varios hacker con muchos recursos. Yo no me arriesgaría. Os pueden pillar en cualquier lugar

>> RC.5
De acuerdo. IS.3 prepara lo imprescindible
ULISES, nos vemos en la antigua estación de metro de Chamberí

>> ULISES
Te mando un plano más detallado de los túneles de Madrid

>> RC.5
IS.3 te recojo dentro de media hora

>> ULISES
Nos mantenemos en contacto por el Chat. Tened cuidado

>> IS.3
Esto es una locura!!!

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