viernes, 2 de junio de 2017

El cuadro. Capítulo 17



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Antes de continuar he de matizar que los hechos relatados a continuación son reales y obtenidos de distintas fuentes. No obstante, para evitar confusiones, he omitido los juicios de valor e interpretaciones de las fuentes consultadas, limitándome a relatar de modo imparcial los acontecimientos ocurridos entre España y la Unión Soviética en 1936. No pretendo hacer ningún análisis de la situación ni valorar si las decisiones que se tomaron en aquel período del inicio de la Guerra Civil Española fueron o no acertadas. Este cometido lo dejo a su buen entender.

Gracias.

David Bruma


***

La tenue luz de la pequeña lámpara impregnaba una parte del estudio, como si todo el universo se concentrara en la mesa. Alrededor, la penumbra cubría el suelo y la estantería de roble creando una atmósfera casi onírica, intrigante, donde los libros parecían asociarse con las máscaras africanas en un intento de formar parte de la historia. Isabel vertió té en la taza de cerámica color terracota con una frase en relieve que ponía “I love Egypt”. Mientras Rubén preparaba la documentación, se quitó los zapatos y atravesó el oscuro salón descalza, sintiendo la tarima bajos sus pies. El contacto con la madera le recordaba la naturaleza.

-Para comprender la historia tenemos que remontarnos a la España de 1936 -dijo Rubén mientras cogía varios libros-. Como sabrás, en julio de ese año se produjo una sublevación militar contra el gobierno de la Segunda República. España se dividió en dos bandos: Nacional y Republicano. Cada uno de ellos necesitaba medios para mantener un conflicto bélico, por lo que pidieron ayuda exterior. El gobierno de José Giral se puso en contacto con Francia, país más proclive a auxiliar a la República, mientras que en el bando Nacional, encabezado por el general Francisco Franco, hizo lo mismo en Roma y Berlín -dejó los libros en un extremo de la mesa y se sentó frente al teclado-. Antes de iniciarse la Guerra Civil, España estaba entre los primeros países con mayores reservas movilizables, junto a Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, acumuladas gracias a su neutralidad en la Primera Guerra Mundial. Las reservas se distribuían principalmente entre la sede central del Banco de España en Madrid, sus delegaciones provinciales y, en menor medida, en depósitos guardados en París. El periódico estadounidense The New York Times informó el 7 de agosto de 1936 que solo en la sede central de Madrid había 718 millones de dólares estadounidenses de la época, lo que equivalía a 635 ó 639 toneladas de oro fino, según el historiador Ángel Viñas en su obra El escudo de la República. Imagina el total contando con las reservas de las delegaciones provinciales y París -hizo una pausa-. Hay que tener en cuenta que en aquel momento el Banco de España era una Sociedad Anónima, una empresa privada, aunque estaba sometida al control del gobierno.

Evolución de la Guerra Civil Española (1936-1939) - Fuente Gifex.com

-Pero si quedó dividida España, ¿quién se quedó con las reservas?

-El bando Republicano dominaba Madrid, lo que permitía tener el control de parte de esas reservas. Los sublevados, en cambio, crearon un nuevo Banco de España en Burgos con las que había en las provincias ubicadas bajo su poder –Rubén cogió uno de los libros y comenzó a pasar páginas para retomar el hilo de la financiación-. Para conseguir francos franceses que le permitieran la compra de armas en el extranjero, el gobierno de José Giral envió un total de 174 toneladas de oro fino, el 27,4 % de las reservas, al Banco de Francia. El 8 de agosto llegaron los primeros aviones que, supuestamente, ayudarían a los republicanos a defenderse de los nacionales.

-¿Por qué dices supuestamente?

-Según el experto en armamento, Gerald Howson, los aviones militares que el bando Republicano recibió eran buenos, muy modernos, pero no llevaban armas, soporte, punto de mira, caja de municiones, dispositivo que sincronizaba el tiro con la hélice ni sistema de control para la artillería montada sobre las alas.

-Menuda compra.

-De todas formas, ese era el menor de sus males. El gobierno francés podía apoyarlos pero había grupos, como el Partido Radical, que amenazaban con retirar su apoyo si intervenía a favor de la República española. Los británicos también presionaron a Francia para que no interviniera y evitar romper el equilibrio político en Europa. En julio Francia dejó de enviar suministros. Las cuentas que el gobierno tenía en Gran Bretaña y Francia fueron bloqueadas por lo que solo podía disponer del oro guardado en el Banco de España.

-Eso cerraba la puerta.

-Cerraba la puerta y los ponía en una situación delicada. El 25 de julio Hitler apoyó al bando Nacional con un envío de 11 bombarderos nuevos, tripulación y equipo técnico a Marruecos, mientras Mussolini envió, el día 30 de julio, un lote de 12 bombarderos. Para no involucrar directamente a terceros países en la guerra civil, el general Franco creó la Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes como tapadera para recibir la ayuda. Estados Unidos también apoyó al bando Nacional con suministros. Empresas como Ford aportaron camiones mientras la petrolera Texas colaboró con el carburante. Todos ellos aceptaron que el general Franco pagara las ayudas a través de créditos, suponiendo una ventaja a los sublevados.

Encuentro entre Hitler (izquierda) y Franco (derecha)

-Supongo que José Giral tuvo que buscar otros aliados ante la amenaza de los nacionales.

-Y también ante el Acuerdo de No Intervención en España por parte de las democracias occidentales. El bando Republicano se quedaba solo, aislado. A finales de agosto de 1936, veintisiete países europeos firmaron el pacto por el que se comprometían a no vender, exportar y traficar con armamento a los bandos enfrentados en la Guerra Civil Española. Se había activado el embargo.

-¿Se cumplió el acuerdo? –preguntó Isabel en tono sarcástico.

-Todo quedó en papel mojado. Italia y Alemania seguían ayudando al general Franco. El bando Republicano tuvo que buscar un mayor y sólido aliado y lo encontró: la Unión Soviética. Era el matrimonio perfecto, aunque la ayuda inicial no fue oficial, ya que ellos también suscribieron el Acuerdo de No Intervención en España. La URSS intentaba no romper el equilibrio de la diplomacia soviética. Stalin se mantuvo distante para no dar la imagen, frente a Gran Bretaña y Francia, de que intentaba fomentar la Revolución mundial en España. Pero el avance de los sublevados y la postura falsamente neutral de Alemania e Italia hizo reflexionar a los soviéticos temiendo una derrota de los republicanos. Así que decidieron intervenir más directamente. Se crearon las Brigadas Internacionales, unidades militares compuestas por voluntarios de más de 50 países para ayudar al ejército republicano –hizo una pausa-. Ten en cuenta que la guerra civil supuso para el exterior la lucha del fascismo contra el antifascismo. Y la URSS no era ajena a ello. El 22 de agosto de 1936 el Politburó, máximo órgano ejecutivo del Partido Comunista, mandó una delegación diplomática y comercial a España.

-Con la intervención de la Unión Soviética entramos en el tema que nos ocupa: los cuadros -dijo Isabel intrigada.

-Manuel Azaña, como Presidente de la República Española, firmó el 13 de septiembre de 1936 un Decreto en el que... -Rubén abrió la ventana del procesador de textos y leyó-: «Se autoriza al Ministro de Hacienda para que en el momento que lo considere oportuno ordene el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España».  El Decreto tenía como finalidad poner a salvo las reservas metálicas y evitar que cayera en manos del bando Nacional -en este punto hizo una pausa, intentando reflexionar-. Ningún historiador se pone de acuerdo en quién decidió que las reservas de oro viajaran a Moscú como solución. No obstante, la mayoría consideran que fue el nuevo Ministro de Hacienda, Juan Negrín, quien lo propuso por iniciativa propia.

Ministro de Hacienda, Juan Negrín

-¿Y cuando comenzó el traslado del oro?

-El día 14 de septiembre de 1936, lunes, el Gobernador del Banco de España y los representantes de los accionistas se reúnen a puerta cerrada para debatir el nuevo Decreto firmado por el Presidente de la República. Todos se opusieron sin éxito. Los preparativos del traslado habían comenzado antes del inicio de la reunión.

Efectivamente, en la madrugada del 14 de septiembre de 1936 fuerzas de carabineros y milicias entraron en el Banco de España. La operación fue dirigida por el Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, acompañado del capitán Julio López Masegosa, 50 cerrajeros y empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid. Según Amaro del Rosal, el Cajero principal se suicidó en su despacho al ver que se iban a llevar toda la reserva de oro. Se crearon tres equipos de trabajo: de funcionarios de banca, del Sindicato de Tranvías y de carabineros. Durante una semana 80 personas permanecieron dentro del Banco para organizar el transporte.

A nivel político, la operación solo fue conocida por el Presidente del Consejo de Ministros, Largo Caballero, el Ministro de Hacienda, Juan Negrín, y el de Marina y Aire, Indalecio Prieto. En el más absoluto secreto, a 35 metros bajo tierra, en la cámara acorazada, fueron colocando el oro y la plata en cajas de madera de pino que solían utilizarse para transportar municiones. El tamaño era de 30,5 por 48,2 y por 17,7 centímetros. Aunque se lacraban para evitar su apertura o manipulación, ninguna estaba numerada ni tenían distintivos. Tampoco iban acompañadas de documentos que indicaran la cantidad, el peso y el contraste del oro y la plata.

Entrada a la Cámara acorazada del Banco de España

El 15 de septiembre a las once y media de la noche parte el primer convoy cargado con el oro desde la Estación del Mediodía, actual Estación de Atocha. Los vagones se precintaron y fueron custodiados por funcionarios del Banco de España y escoltados por las Brigadas Motorizadas del Partido Socialista. El convoy iba dirección a los polvorines de La Algameca, en el puerto de Cartagena. Pasaron por Aranjuez y Alcázar de San Juan hasta que a la altura de Hellín, sufrió una avería y el cargamento tuvo que ser repartido en tres estaciones distintas. Continuaron el viaje pasando por Múrcia y, a las cinco de la tarde, llegó a Cartagena donde se encontraba la Base Naval más protegida de la República.

Fueron en total diez mil cajas las que se guardaron en los polvorines 136, 137 y 138 excavados en la bahía de La Algameca. A partir de ese momento, el Banco de España republicano estaría en Cartagena, por lo que se trasladaron para su custodia 33 funcionarios. Poco a poco el transporte dejaba de ser un secreto, sobretodo por parte de los Servicios de inteligencia del general Franco.

El 15 de octubre el Presidente Largo Caballero y el Ministro de Hacienda Juan Negrín decidieron enviar todo el oro que había en Cartagena a Moscú. Stalin designó a Alexander Orlov, director del NKVD en España, para organizar la operación. Veinte camiones militares conducidos por tanquistas soviéticos se dirigieron, la noche del 23 de octubre, hacia el polvorín para recoger el oro y la plata. Fueron necesarios tres noches para que sesenta marineros españoles embarcaran 7.800 de las 10.000 cajas en cuatro buques soviéticos: Kine, Kursk, Neva y Volgoles. Cada dos horas diez camiones, con 50 cajas cada uno, salían de los subterráneos en dirección al puerto. Los buques soviéticos partieron la mañana del 25 de octubre. En cada uno iba un clavero, o custodio de las llaves de las cajas fuertes, del Banco de España: Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco.

-Un segundo –interrumpió Isabel extrañada-. ¿En cuatro buques soviéticos se cargaron las cajas de oro? Si fueron cuatro los buques, ¿por qué Víktor Petrograd pintó tres en el primer cuadro?

-Partieron los cuatro buques, pero el Kursk tuvo una avería que le hizo retrasarse. Quizás sea la razón de que figuren tres barcos en el cuadro, los tres primeros en llegar al puerto ucraniano de Odessa.

-Tiene su lógica.

Puerto de Odessa, Ucrania

-El día dos de noviembre llegaron los buques Kine, Neva y Volgoles al puerto de Odessa. Allí esperaban agentes del NKVD protegidos por tropas especiales. Llegada la noche trasladaron el cargamento a un convoy blindado y protegido por soldados con destino Moscú. No hubo parada. El viaje duró tres días. Una vez llegado a la capital rusa el “niño”, nombre en clave para referirse al oro, fue trasladado al Depósito del Estado de Metales Preciosos del Comisariado del Pueblo para las Finanzas.

-Ahora sabemos que el segundo cuadro pertenece al viaje que se hizo desde Odessa hasta Moscú.

-Ese oro llegó precisamente un día antes del decimonoveno aniversario de la revolución de octubre -Rubén abrió el archivo con la imagen del Desfile en la Plaza Roja-. Según Alexander Orlov, el agente del NKVD que preparó el transporte por mar, Stalin organizó una comida en la que estaban presentes miembros Politburó.

-¿Es posible que se invitara a alguien más? -preguntó Isabel esperando confirmar su idea de una presencia más activa de Víktor Petrograd en aquellos acontecimientos.

-No hay constancia de más personas, aunque no podemos descartarlo. Orlov afirmó, años después en Estados Unidos, que Stalin comentó lo siguiente: «Los españoles no verán su oro nunca más, como tampoco ven sus orejas». La idea final era que la URSS se quedara con el oro de la República Española como pago de la ayuda. Para Stalin fue inconcebible custodiarlo para evitar que el bando Nacional se apoderara de todas las reservas de oro.

-Comprendo. Una vez que las reservas de oro y plata llegan a Rusia no hay vuelta atrás. Una buena jugada para los soviéticos.

-El día 6 de noviembre se celebra el aniversario de la Revolución de Octubre presidida por el propio Stalin y los miembros del Politburó. A la fiesta acuden también representantes del gobierno de la República Española, funcionarios del Banco de España y los claveros -Rubén amplió la imagen del cuadro-. Ahí tenemos la tercera pista.

Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú

-El edificio cuadrado -dijo Isabel recordando las líneas de fuerza y los ejes del plano que atravesaban el objeto central-. El Mausoleo de Lenin, es la clave.

-Me aventuro a pensar que más que el edificio en sí, lo importante es la persona que observó el desfile -puntualizó Rubén.

Stalin (centro) en el Aniversario de la Revolución de Octubre en 1936

-Entonces, eso significa que la localización hay que buscarla en Stalin -Rubén afirmó con la cabeza-. Petrograd marcó con una equis imaginaria la “clave de bóveda” en un doble sentido. Desde el punto de vista simbólico, el Mausoleo de Lenin nos dice que debemos buscar en la tierra fecunda, la que regeneró al que hay en ella. ¿Puede ser Gori, Georgia, donde nació Stalin?

-Es una de las opciones -respondió Rubén continuando con el destino del oro-. Entre el 5 de diciembre de 1936 y el 24 de enero de 1937, se procedió al recuento de 509.287 kilos de monedas de dieciséis países distintos y 792.346 kilos de oro en lingotes. Parece ser que los soviéticos no supieron darle el valor numismático de las monedas, bastante superior al valor del oro que contenían. Y la tasación de los lingotes de oro fue inferior a su precio real. El recuento lo realizaron los cuatro calveros españoles que viajaron en los buques soviéticos.

Isabel permaneció en silencio una eternidad. Miraba la gran pantalla donde se mostraba la sucesión de cuadros de  Petrograd. El viaje era para buscar el oro de la República Española. El mismo pintor supo de su existencia y paradero tras el recuento en el Depósito del Estado de Metales Preciosos del Comisariado del Pueblo para las Finanzas.

-Supongo que no se sabrá el destino de todo el oro.

-Algunos autores dicen que las monedas de oro pudieron haberse vendido a lo largo de los años en el mercado internacional, aunque otros afirman que quinientas toneladas monedas fueron fundidas. En cuanto a los lingotes... nada.

-¿Cuanto valdría a día de hoy el oro que se quedó Moscú? -preguntó Isabel con curiosidad.

Rubén entró en diversas revistas científicas digitales y realizó una búsqueda.

-Según el Doctor en arqueología e Historia Martín Almagro Gorbea, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, el valor a día de hoy asciende a 12.200 millones de euros -el silencio reinó de nuevo. Ambos contemplaban las cuatro pinturas como si fuera la primera vez. Estaban absortos. El viaje había comenzado-. El día 5 de febrero de 1937 se firmó el acta dejando constancia de la recepción del oro español.

-Si damos por hecho que las monedas se vendieron durante medio siglo en el mercado internacional o se fundieron -reflexionó Isabel-, habrá que descubrir cual fue la suerte de los lingotes de oro. Afortunadamente Víktor Petrograd nos ha dado todas las pistas.


-Y esa es la causa por la que Ignacio Gorján sea capaz de asesinar. Él también quiere descubrir el paradero del oro de la República Española.

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