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Antes
de continuar he de matizar que los hechos relatados a continuación son reales y
obtenidos de distintas fuentes. No obstante, para evitar confusiones, he
omitido los juicios de valor e interpretaciones de las fuentes consultadas, limitándome
a relatar de modo imparcial los acontecimientos ocurridos entre España y la
Unión Soviética en 1936. No pretendo hacer ningún análisis de la situación ni
valorar si las decisiones que se tomaron en aquel período del inicio de la
Guerra Civil Española fueron o no acertadas. Este cometido lo dejo a su buen
entender.
Gracias.
David Bruma
***
La tenue luz de la
pequeña lámpara impregnaba una parte del estudio, como si todo el universo se
concentrara en la mesa. Alrededor, la penumbra cubría el suelo y la estantería
de roble creando una atmósfera casi onírica, intrigante, donde los libros
parecían asociarse con las máscaras africanas en un intento de formar parte de
la historia. Isabel vertió té en la taza de cerámica color terracota con una frase
en relieve que ponía “I love Egypt”. Mientras Rubén preparaba la documentación,
se quitó los zapatos y atravesó el oscuro salón descalza, sintiendo la tarima
bajos sus pies. El contacto con la madera le recordaba la naturaleza.
-Para comprender la historia
tenemos que remontarnos a la España de 1936 -dijo Rubén mientras cogía varios
libros-. Como sabrás, en julio de ese año se produjo una sublevación militar
contra el gobierno de la Segunda República. España se dividió en dos bandos:
Nacional y Republicano. Cada uno de ellos necesitaba medios para mantener un
conflicto bélico, por lo que pidieron ayuda exterior. El gobierno de José Giral se puso en contacto con
Francia, país más proclive a auxiliar a la República, mientras que en el bando
Nacional, encabezado por el general Francisco
Franco, hizo lo mismo en Roma y Berlín -dejó los libros en un extremo de la
mesa y se sentó frente al teclado-. Antes de iniciarse la Guerra Civil, España
estaba entre los primeros países con mayores reservas movilizables, junto a
Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, acumuladas gracias a su neutralidad en
la Primera Guerra Mundial. Las reservas se distribuían principalmente entre la
sede central del Banco de España en Madrid, sus delegaciones provinciales y, en
menor medida, en depósitos guardados en París. El periódico estadounidense The New York Times informó el 7 de
agosto de 1936 que solo en la sede central de Madrid había 718 millones de
dólares estadounidenses de la época, lo que equivalía a 635 ó 639 toneladas de
oro fino, según el historiador Ángel Viñas en su obra El escudo de la
República. Imagina el total
contando con las reservas de las delegaciones provinciales y París -hizo una
pausa-. Hay que tener en cuenta que en aquel momento el Banco de España era una
Sociedad Anónima, una empresa privada, aunque estaba sometida al control del
gobierno.
Evolución de la Guerra Civil Española (1936-1939) - Fuente Gifex.com |
-Pero si quedó dividida
España, ¿quién se quedó con las reservas?
-El bando Republicano
dominaba Madrid, lo que permitía tener el control de parte de esas reservas.
Los sublevados, en cambio, crearon un nuevo Banco de España en Burgos con las
que había en las provincias ubicadas bajo su poder –Rubén cogió uno de los
libros y comenzó a pasar páginas para retomar el hilo de la financiación-. Para
conseguir francos franceses que le permitieran la compra de armas en el
extranjero, el gobierno de José Giral envió un total de 174 toneladas de oro
fino, el 27,4 % de las reservas, al Banco de Francia. El 8 de agosto llegaron
los primeros aviones que, supuestamente, ayudarían a los republicanos a
defenderse de los nacionales.
-¿Por qué dices
supuestamente?
-Según el experto en
armamento, Gerald Howson, los
aviones militares que el bando Republicano recibió eran buenos, muy modernos,
pero no llevaban armas, soporte, punto de mira, caja de municiones, dispositivo
que sincronizaba el tiro con la hélice ni sistema de control para la artillería
montada sobre las alas.
-Menuda compra.
-De todas formas, ese era
el menor de sus males. El gobierno francés podía apoyarlos pero había grupos,
como el Partido Radical, que amenazaban con retirar su apoyo si intervenía a
favor de la República española. Los británicos también presionaron a Francia
para que no interviniera y evitar romper el equilibrio político en Europa. En
julio Francia dejó de enviar suministros. Las cuentas que el gobierno tenía en
Gran Bretaña y Francia fueron bloqueadas por lo que solo podía disponer del oro
guardado en el Banco de España.
-Eso cerraba la puerta.
-Cerraba la puerta y los
ponía en una situación delicada. El 25 de julio Hitler apoyó al bando
Nacional con un envío de 11 bombarderos nuevos, tripulación y equipo técnico a
Marruecos, mientras Mussolini envió, el día 30 de julio, un lote de 12
bombarderos. Para no involucrar directamente a terceros países en la guerra
civil, el general Franco creó la Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes
como tapadera para recibir la ayuda. Estados Unidos también apoyó al bando
Nacional con suministros. Empresas como Ford
aportaron camiones mientras la petrolera Texas
colaboró con el carburante. Todos ellos aceptaron que el general Franco pagara
las ayudas a través de créditos, suponiendo una ventaja a los sublevados.
Encuentro entre Hitler (izquierda) y Franco (derecha) |
-Supongo que José Giral
tuvo que buscar otros aliados ante la amenaza de los nacionales.
-Y también ante el Acuerdo
de No Intervención en España por parte de las democracias occidentales. El
bando Republicano se quedaba solo, aislado. A finales de agosto de 1936, veintisiete
países europeos firmaron el pacto por el que se comprometían a no vender,
exportar y traficar con armamento a los bandos enfrentados en la Guerra Civil
Española. Se había activado el embargo.
-¿Se cumplió el acuerdo?
–preguntó Isabel en tono sarcástico.
-Todo quedó en papel
mojado. Italia y Alemania seguían ayudando al general Franco. El bando
Republicano tuvo que buscar un mayor y sólido aliado y lo encontró: la Unión
Soviética. Era el matrimonio perfecto, aunque la ayuda inicial no fue oficial,
ya que ellos también suscribieron el Acuerdo de No Intervención en España.
La URSS intentaba no romper el equilibrio de la diplomacia soviética. Stalin se
mantuvo distante para no dar la imagen, frente a Gran Bretaña y Francia, de que
intentaba fomentar la Revolución mundial en España. Pero el avance de los
sublevados y la postura falsamente neutral de Alemania e Italia hizo
reflexionar a los soviéticos temiendo una derrota de los republicanos. Así que
decidieron intervenir más directamente. Se crearon las Brigadas
Internacionales, unidades militares compuestas por voluntarios de más de 50
países para ayudar al ejército republicano –hizo una pausa-. Ten en cuenta que
la guerra civil supuso para el exterior la lucha del fascismo contra el
antifascismo. Y la URSS no era ajena a ello. El 22 de agosto de 1936 el
Politburó, máximo órgano ejecutivo del Partido Comunista, mandó una delegación
diplomática y comercial a España.
-Con la intervención de
la Unión Soviética entramos en el tema que nos ocupa: los cuadros -dijo Isabel
intrigada.
-Manuel Azaña, como Presidente
de la República Española, firmó el 13 de septiembre de 1936 un Decreto en
el que... -Rubén abrió la ventana del procesador de textos y leyó-: «Se
autoriza al Ministro de Hacienda para que en el momento que lo considere
oportuno ordene el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime
de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en
aquel momento en el establecimiento central del Banco de España». El Decreto tenía como finalidad poner a salvo
las reservas metálicas y evitar que cayera en manos del bando Nacional -en este
punto hizo una pausa, intentando reflexionar-. Ningún historiador se pone de
acuerdo en quién decidió que las reservas de oro viajaran a Moscú como
solución. No obstante, la mayoría consideran que fue el nuevo Ministro de Hacienda, Juan Negrín, quien lo propuso por
iniciativa propia.
Ministro de Hacienda, Juan Negrín |
-¿Y cuando comenzó el
traslado del oro?
-El día 14 de septiembre
de 1936, lunes, el Gobernador del Banco de España y los representantes de los
accionistas se reúnen a puerta cerrada para debatir el nuevo Decreto firmado
por el Presidente de la República. Todos se opusieron sin éxito. Los
preparativos del traslado habían comenzado antes del inicio de la reunión.
Efectivamente, en la
madrugada del 14 de septiembre de 1936 fuerzas de carabineros y milicias
entraron en el Banco de España. La operación fue dirigida por el Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, acompañado del capitán Julio López Masegosa, 50 cerrajeros y empleados de banca
pertenecientes al Sindicato de Madrid. Según Amaro del Rosal, el Cajero principal se suicidó en su despacho al
ver que se iban a llevar toda la reserva de oro. Se crearon tres equipos de
trabajo: de funcionarios de banca, del Sindicato de Tranvías y de carabineros.
Durante una semana 80 personas permanecieron dentro del Banco para organizar el
transporte.
A nivel político, la
operación solo fue conocida por el Presidente
del Consejo de Ministros, Largo
Caballero, el Ministro de Hacienda,
Juan Negrín, y el de Marina y Aire, Indalecio Prieto. En el más absoluto secreto, a 35 metros bajo
tierra, en la cámara acorazada, fueron colocando el oro y la plata en cajas de
madera de pino que solían utilizarse para transportar municiones. El tamaño era
de 30,5 por 48,2 y por 17,7 centímetros. Aunque se lacraban para evitar su
apertura o manipulación, ninguna estaba numerada ni tenían distintivos. Tampoco
iban acompañadas de documentos que indicaran la cantidad, el peso y el
contraste del oro y la plata.
Entrada a la Cámara acorazada del Banco de España |
El 15 de septiembre a las
once y media de la noche parte el primer convoy cargado con el oro desde la
Estación del Mediodía, actual Estación de Atocha. Los vagones se precintaron y fueron
custodiados por funcionarios del Banco de España y escoltados por las Brigadas
Motorizadas del Partido Socialista. El convoy iba dirección a los polvorines de
La Algameca, en el puerto de Cartagena. Pasaron por Aranjuez y
Alcázar de San Juan hasta que a la altura de Hellín, sufrió una avería y el
cargamento tuvo que ser repartido en tres estaciones distintas. Continuaron el
viaje pasando por Múrcia y, a las cinco de la tarde, llegó a Cartagena donde se
encontraba la Base Naval más protegida de la República.
Fueron en total diez mil
cajas las que se guardaron en los polvorines 136, 137 y 138 excavados en la
bahía de La Algameca. A partir de ese
momento, el Banco de España republicano estaría en Cartagena, por lo que se trasladaron
para su custodia 33 funcionarios. Poco a poco el transporte dejaba de ser un
secreto, sobretodo por parte de los Servicios de inteligencia del general
Franco.
El 15 de octubre el
Presidente Largo Caballero y el
Ministro de Hacienda Juan Negrín decidieron
enviar todo el oro que había en Cartagena a Moscú. Stalin designó a Alexander Orlov, director del NKVD en España, para organizar la
operación. Veinte camiones militares conducidos por tanquistas soviéticos se
dirigieron, la noche del 23 de octubre, hacia el polvorín para recoger el oro y
la plata. Fueron necesarios tres noches para que sesenta marineros españoles
embarcaran 7.800 de las 10.000 cajas en cuatro buques soviéticos: Kine, Kursk, Neva y Volgoles. Cada dos horas diez camiones,
con 50 cajas cada uno, salían de los subterráneos en dirección al puerto. Los
buques soviéticos partieron la mañana del 25 de octubre. En cada uno iba un
clavero, o custodio de las llaves de las cajas fuertes, del Banco de España: Arturo
Candela, Abelardo Padín, José González y José María
Velasco.
-Un segundo –interrumpió
Isabel extrañada-. ¿En cuatro buques soviéticos se cargaron las cajas de oro?
Si fueron cuatro los buques, ¿por qué Víktor Petrograd pintó tres en el primer
cuadro?
-Partieron los cuatro
buques, pero el Kursk tuvo una avería que le hizo retrasarse. Quizás sea la
razón de que figuren tres barcos en el cuadro, los tres primeros en llegar al
puerto ucraniano de Odessa.
-Tiene su lógica.
Puerto de Odessa, Ucrania |
-El día dos de noviembre
llegaron los buques Kine, Neva y Volgoles al puerto de Odessa. Allí esperaban
agentes del NKVD protegidos por tropas especiales. Llegada la noche
trasladaron el cargamento a un convoy blindado y protegido por soldados con
destino Moscú. No hubo parada. El viaje duró tres días. Una vez llegado a la
capital rusa el “niño”, nombre en
clave para referirse al oro, fue trasladado al Depósito del Estado de
Metales Preciosos del Comisariado del Pueblo para las Finanzas.
-Ahora sabemos que el
segundo cuadro pertenece al viaje que se hizo desde Odessa hasta Moscú.
-Ese oro llegó
precisamente un día antes del decimonoveno aniversario de la revolución de
octubre -Rubén abrió el archivo con la imagen del Desfile en la Plaza Roja-.
Según Alexander Orlov, el agente del
NKVD que preparó el transporte por mar, Stalin organizó una comida en la que
estaban presentes miembros Politburó.
-¿Es posible que se
invitara a alguien más? -preguntó Isabel esperando confirmar su idea de una
presencia más activa de Víktor Petrograd en aquellos acontecimientos.
-No hay constancia de más
personas, aunque no podemos descartarlo. Orlov afirmó, años después en Estados
Unidos, que Stalin comentó lo siguiente: «Los españoles no verán su oro
nunca más, como tampoco ven sus orejas». La idea final era que la URSS se
quedara con el oro de la República Española como pago de la ayuda. Para Stalin
fue inconcebible custodiarlo para evitar que el bando Nacional se apoderara de
todas las reservas de oro.
-Comprendo. Una vez que
las reservas de oro y plata llegan a Rusia no hay vuelta atrás. Una buena
jugada para los soviéticos.
-El día 6 de noviembre se
celebra el aniversario de la Revolución de Octubre presidida por el propio
Stalin y los miembros del Politburó. A la fiesta acuden también representantes
del gobierno de la República Española, funcionarios del Banco de España y los
claveros -Rubén amplió la imagen del cuadro-. Ahí tenemos la tercera pista.
Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú |
-El edificio cuadrado
-dijo Isabel recordando las líneas de fuerza y los ejes del plano que
atravesaban el objeto central-. El Mausoleo de Lenin, es la clave.
-Me aventuro a pensar que
más que el edificio en sí, lo importante es la persona que observó el desfile
-puntualizó Rubén.
Stalin (centro) en el Aniversario de la Revolución de Octubre en 1936 |
-Entonces, eso significa
que la localización hay que buscarla en Stalin -Rubén afirmó con la cabeza-.
Petrograd marcó con una equis imaginaria la “clave de bóveda” en un doble
sentido. Desde el punto de vista simbólico, el Mausoleo de Lenin nos dice que
debemos buscar en la tierra fecunda, la que regeneró al que hay en ella. ¿Puede
ser Gori,
Georgia, donde nació Stalin?
-Es una de las opciones
-respondió Rubén continuando con el destino del oro-. Entre el 5 de diciembre
de 1936 y el 24 de enero de 1937, se procedió al recuento de 509.287 kilos de
monedas de dieciséis países distintos y 792.346 kilos de oro en lingotes.
Parece ser que los soviéticos no supieron darle el valor numismático de las
monedas, bastante superior al valor del oro que contenían. Y la tasación de los
lingotes de oro fue inferior a su precio real. El recuento lo realizaron los
cuatro calveros españoles que viajaron en los buques soviéticos.
Isabel permaneció en
silencio una eternidad. Miraba la gran pantalla donde se mostraba la sucesión
de cuadros de Petrograd. El viaje era
para buscar el oro de la República Española. El mismo pintor supo de su
existencia y paradero tras el recuento en el Depósito del Estado de Metales
Preciosos del Comisariado del Pueblo para las Finanzas.
-Supongo que no se sabrá
el destino de todo el oro.
-Algunos autores dicen
que las monedas de oro pudieron haberse vendido a lo largo de los años en el
mercado internacional, aunque otros afirman que quinientas toneladas monedas
fueron fundidas. En cuanto a los lingotes... nada.
-¿Cuanto valdría a día de hoy el oro que se quedó Moscú? -preguntó Isabel con
curiosidad.
Rubén entró en diversas
revistas científicas digitales y realizó una búsqueda.
-Según el Doctor en
arqueología e Historia Martín Almagro Gorbea, Catedrático de la
Universidad Complutense de Madrid, el valor a día de hoy asciende a 12.200
millones de euros -el silencio reinó de nuevo. Ambos contemplaban las cuatro
pinturas como si fuera la primera vez. Estaban absortos. El viaje había
comenzado-. El día 5 de febrero de 1937 se firmó el acta dejando constancia de
la recepción del oro español.
-Si damos por hecho que
las monedas se vendieron durante medio siglo en el mercado internacional o se
fundieron -reflexionó Isabel-, habrá que descubrir cual fue la suerte de los
lingotes de oro. Afortunadamente Víktor Petrograd nos ha dado todas las pistas.
-Y esa es la causa por la
que Ignacio Gorján sea capaz de asesinar. Él también quiere descubrir el
paradero del oro de la República Española.
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