viernes, 16 de junio de 2017

El cuadro. Capítulo 21



- 21 -


Faltaban veinte minutos para que dieran las ocho de la tarde. Rubén caminaba hacia la calle del Limón, con la bolsa colgada al hombro, ajeno a toda la actividad que se desarrollaba entre los barrios de Malasaña y Conde Duque. Era una de las zonas de Madrid que había renacido, se había reinventado, creando una amalgama de comercios, museos, teatros, bares y restaurantes originales y exclusivos. Allí se podía encontrar toda la oferta de ocio de los grandes barrios pero también la cercanía de los clásicos con pequeños comercios artesanales. Tan pronto podías pasarte por el Mür Café de estilo inglés donde tomar un té o café en sillones Chester como ir a Olive, decorado con cierto estilo vintage en el que todo estaba pintado a mano; y si gustaba más el ambiente nórdico, Federal Café era el ideal. Aquella tarde las terrazas estaban completas. Hacía buen tiempo y era la hora de la transición entre el café y la cerveza fresca. En cualquier caso, todo motivo era suficiente para sentarse a charlar después de un largo día.

Estaba cerca del Centro Cultural Conde Duque cuando descubrió nuevamente a la persona de la moto negra. Parecía que lo estaba esperando. Se detuvo y miró largo rato sin apenas pestañear. Aunque tenía el casco puesto supo que había un cruce de miradas. No sabría precisar cuanto tiempo duró. Les separaba unos trece metros aproximadamente. Puso en marcha la moto y lentamente, sin apartar la mirada, pasó por delante de él hacia la calle Princesa. Rubén contuvo la respiración. Su mano derecha sujetaba con fuerza la bolsa de lona en un acto instintivo. Respiró profundamente intentando calmarse y continuó hacia la tienda de antigüedades.

-¿Qué te ha pasado? –Preguntó Isabel- Parece que has visto un fantasma.

-Más que un fantasma, he visto al mismo diablo. O a uno de sus acólitos. Quien sabe. Últimamente está la gente neurótica –respondió irónicamente intentando dar poca importancia al incidente.

-Yo también presiento que nos vigilan.

-Ahora que no tenemos micrófonos y localizadores, necesitan controlarnos más de cerca.

Isabel asintió con resignación mientras se quitaba el pequeño auricular de la oreja.

-Nuestro amigo César y yo hemos tenido una larga charla esta tarde. Literatura, para ser más precisos -Rubén tardó en reaccionar. No sabía de qué hablaba. Isabel lo miraba divertida ante la cara de desconcierto-. De verdad, a veces eres un poco cortito de mente.

-Ve al grano, que no estoy para criptogramas.

-Hemos hablado de la obra de Julio Verne –continuó sin hacer caso al comentario-. Estoy convencida de que en la mayoría de sus obras hay criptogramas, mensajes ocultos. Incluso su tumba sigue siendo un misterio. Naturalmente César niega que haya un lenguaje hermético debajo de las historias extraordinarias. Y le he retado. Le he apostado a cualquier cuadro de los que tenemos en el sótano de que estoy en lo cierto. Y para ello he enviado documentación sobre el tema, empezando por “Viaje al centro de la tierra”, el fantástico viaje al volcán Sneffels.

-¿Nada más? –preguntó Rubén esperando algo interesante.

-¿Qué más quieres? Le he mandado el archivo por correo electrónico –no veía a Rubén muy convencido-. Sigues siendo cortito. Le he enviado un archivo encriptado con la contraseña Sneffels. Cuando lo abra solo encontrará un pasaje del libro, cuando entran en la cueva, a doble espacio. Las supuestas líneas en blanco intermedias están escritas en color blanco para que se oculten con el color de la pantalla. Espero que cambie el color de los párrafos y pueda leer el mensaje:

«César, estamos convencidos de que tras la última capa de pintura del Jardín Dorado, que Parisi esconde, hay otra anterior con un mensaje. Necesitamos que te pongas en contacto con ella discretamente y mande hacer un escaneo con rayos X. Es muy urgente».

En la esquina inferior derecha de la pantalla apareció un mensaje de nuevo correo. Isabel se sentó frente al teclado y pulsó el ratón.

-Ya tenemos contestación: «Debo admitir que tienes razón, mi querida Isabel. Nunca hubiera pensado leer entre líneas. Reconozco mi derrota. Siempre tuyo. César Bloziat» -miró a Rubén con una sonrisa de triunfo-. Ahora nos toca pensar como sacar los tres lienzos de la tienda sin que nadie lo sepa y enviarlos a su análisis por rayor X.

-¿Dónde vamos a enviar los lienzos?

-En el Museo del Prado sigue trabajando Julia como restauradora. Ella nos ayudará. El problema está en quien se encargará del transporte y de qué forma.

-Hay muchas formas pero puede llamar la atención. En un portalienzos es demasiado evidente, una caja alargada llama la atención, la funda de un violonchelo…demasiado clásico. Tiene que pasar totalmente desapercibido para que no lo intercepten por el camino.

-Tampoco puede ser a través de una empresa de mensajería, los lienzos deben llegar directamente sin que nadie lo sepa –añadió Isabel.

Rubén caminó por el estudio cabizbajo entre las líneas inclinadas de luz que entraban por la ventana. El hechizo de las máscaras africanas parecía haber desaparecido. Ahora eran figuras de madera oblongas, de ojos grandes y boca bien pronunciada. Permanecieron en silencio unos minutos hasta que Rubén cogió su Smartphone y abrió la aplicación de mensajería.

-¿Se te ha ocurrido algo? –preguntó curiosa.

-Sí. Vamos a conseguir que BJ lleve una pierna escayolada.

Isabel se echó a reír.

Accedió al Chat cifrado y envió un mensaje:

>> ULISES [Inactivo]
>> RC.5 [Activo]
>> IS.3 [Inactivo]

>> RC.5
ULISES necesito que te rompas una pierna.

Pasado un minuto el dispositivo de BJ se activó pero no respondió.

-Supongo que estará resolviendo el significado del mensaje –dijo Rubén.

>> ULISES
¿Se puede saber qué te has fumado hoy?
¿Estás majara?
Rómpete la pierna tu…no te jode.

>> RC.5
Es por una buena causa.

>> ULISES
Una buena causa es partirme una pierna practicando Parkour

>> RC.5
Tenemos un trabajo para ti. Es peligroso.

>> ULISES
Qué sorpresa!!!!

>> RC.5
Tienes que llevar un paquete sin que nadie lo sepa. IS.3 y yo hemos pensado que te encargues del trabajo.

>> ULISES
En qué consiste

>> RC.5
¿Puedes escayolarte una pierna y esconder dentro tres lienzos?

>> ULISES
No habría problema. Mis colegas del taller de teatro pueden ayudarme.

>> RC.5
Tendrás que preparar la escayola y partirla en dos trozos de modo que, cuando llegues a la tienda, te la puedas quitar para poner los lienzos. Luego la llevarás a un determinado lugar donde te esperarán.

>> ULISES
¿Y ese lugar es…?

>> RC.5
Lo sabrás cuando vengas. Son las ocho y cuarto de la tarde. Prepáralo. Te avisaremos cuando tienes que venir.

>> ULISES
OK.

Isabel le miró esperando saber cual era el siguiente paso.

-Ahora debemos pensar donde entregar los lienzos. Se me había ocurrido en un lugar donde BJ se siente cómodo.

-¿El Bar Automático por ejemplo? –preguntó retóricamente.

-Sería una buena idea.

-Bien. Voy a llamar a Julia para que mande a alguien al bar. A las diez creo que es buena hora. Habrá mucha gente.

-Espera –Rubén sacó de su bolsa de lona un teléfono móvil-. Llámala desde este teléfono. He comprado una tarjeta prepago. Desde este teléfono podrás hablar más segura.


***

A las nueve y cuarto de la noche BJ llegó a la tienda de antigüedades apoyado en unas muletas mientas intentaba caminar con la pierna derecha escayolada. Saludó con normalidad a Isabel, intercambiaron varios comentarios sobre la pierna y entró como un amigo cualquiera. En el tercer salón de la planta baja, entre muebles orientales, BJ quitó el vendaje que mantenía unidos los dos trozos. Como si fueran moldes, fue separándolos cuidadosamente y enrolló los lienzos especialmente protegidos a su pierna. Luego volvieron a juntar la escayola y sujetarla con el vendaje. A pesar de sentirse incómodo, podía perfectamente moverse sin que afectara a las pinturas. Caminó por la estancia con las muletas y confirmó que los lienzos estaban bien adheridos a la pierna.

-La forma de reconoceros será la escayola y dos palabras clave. Tú le preguntarás como está su madre y él te responderá que en Roma –Isabel lo miró fijamente cerciorándose de que lo había comprendido.

-Lo pillo. No te preocupes.

Esperaron unos minutos más y salió de la tienda lentamente.

-Espera un momento –dijo Isabel-. Toma esta carpeta. Que parezca que has venido a por una documentación. Una visita tan corta no es muy normal.

BJ sonrió.

-Tranquila, mis colegas están vigilando.

Isabel esperó en la puerta viendo como marchaba hacia el metro. No veía a nadie sospechoso por las inmediaciones y menos aún siguiéndole. Respiró tranquila.


***

BJ bajó dirección a la entrada de metro Noviciado, cogió la línea 2, dirección Sol, e hizo transbordo a la línea 1 hasta Atocha, una parada antes de llegar a la estación. Desde la plaza del Emperador Carlos V se dirigió hacia el sur pasando por el Centro de Arte Reina Sofía. Al final del edificio estaba la calle Argumosa.

En el Bar Automático apenas había sitio para tomar una cerveza. Todas las mesas estaban ocupadas y en la barra quedaba libre la parte de los camareros. BJ miró con disimulo esperando que alguien se fijara en su pierna. «Demasiada gente hay aquí», pensó. Miró hacia el rincón donde solía sentarse, debajo del espejo redondo, y descubrió a una pareja que le miraban. El joven se levantó y marchó al servicio de caballeros. JB esperó unos segundos y lo siguió.

-¿Eres BJ?

-¿Cómo está tu madre? –preguntó saltándose los protocolos sociales.

-En Roma –contestó el joven.

-Sí, soy BJ.

Comenzó a deshacer la venda, quitó la escayola y con sumo cuidado fue despegando los lienzos de la pierna. Pronto sintió como el sudor recorría la pantorrilla mientras el aire refrescaba aquella zona. Se sintió aliviado de poder moverla.

Acto seguido el joven introdujo los lienzos en un tubo portaplanos y salió hacia la mesa donde esperaba su amiga. BJ sacó una bolsa de plástico del bolsillo del pantalón y guardó la escayola. Esperó unos minutos y se dirigió hacia la barra. Mientras pedía una cerveza bien fresca, la pareja salió a la calle charlando distendidamente. No hubo cruce de miradas.

A través del chat cifrado, BJ confirmó que el paquete había salido.

***

La pareja recorrió el Paseo del Prado como si fueran dos estudiantes de arquitectura. Él llevaba el tubo portaplanos a modo de bandolera con aire distraído mientras la muchacha sostenía una carpeta verde de dibujo con cintas. La conversación era de lo más trivial, procurando no hacer comentarios sobre lo que estaban haciendo. A la altura de la plaza de Cánovas del Castillo giraron hacia calle de Felipe bordeando el Museo del Prado. Su destino no era aquel, estaba al otro lado, colindante con la iglesia de San Jerónimo el Real. Dieron las diez y media de la noche nada más entrar en la calle de Ruiz de Alarcón. Pasaron por delante de la misma iglesia, de estilo gótico y renacentista, donde décadas antes contrajeron nupcias el rey Juan Carlos I y la reina Sofía. Sin embargo, era en el antiguo claustro donde Julia aguardaba impaciente. Se trataba de un edificio de tres plantas, estilo modernista de ladrillo rojo y granito, creación del arquitecto Rafael Moneo. La fachada principal estaba alineada con la de la iglesia, situada en un plano superior, por lo que desde la entrada principal había que subir unas escaleras hasta otra más pequeña.

-¿Os ha seguido alguien? –preguntó Julia. Ambos negaron con la cabeza mientras el joven se descolgaba el tubo -. Muchas gracias. Os debo una.

Julia entró en el edificio hacia el taller de restauración del Museo del Prado. A pesar de los años, seguía siendo la misma, como una modelo de Leonardo. Atrás quedó su trabajo en una buhardilla de Madrid, restaurando bajo la luz de una claraboya. El mismo lugar donde descubrió el misterio del cuadro de Pieter Van Huys. Sin embargo, seguía trabajando para el Museo del Prado. El tiempo, talento y disciplina le habían dado la suficiente experiencia para ser considerada una de las mejores expertas en restauración del mundo.

El taller del museo era tranquilo. Aunque ya había anochecido, podía verse la luz de la luna por los grandes ventanales arqueados del antiguo claustro. Caminó entre un sinfín de cuadros que estaban siendo restaurados, focos, caballetes, mesas y estanterías hasta bajar al laboratorio, situado en una especie de bunker, donde se hacían las pruebas con rayos x, espectografías con infrarrojos, microscopías ópticas con luz ultravioleta y cromatografías que permitían analizar componentes orgánicos.


***


La mágica atmósfera del estudio de Isabel volvió a reinar. Era como si el resto del mundo se hubiera evaporado y solo imperara la oscuridad frente a la luz de las pantallas. Hasta ese momento no había reparado en lo útiles que podían ser las tinieblas y las sombras. Sin ellas no habría ese punto de luminosidad, de destello, de lucidez. Rubén estaba inmerso en estos pensamientos mientras vertía café recién preparado en una taza. El centro del estudio parecía una burbuja de luz que se abría paso a duras penas. Sin saber por qué, le consolaba tener cerca las máscaras africanas y las lanzas de los viejos guerreros. Sentía cierta protección física y espiritual.

-Hasta que no tengamos los resultados no podemos hacer nada –dijo Isabel acomodándose en la silla acolchada y poniendo los pies descalzos sobre la mesa.

-O quizás sí. He acotado el área de búsqueda del oro de la República española.

Isabel bajó los pies y giró la silla hacia Rubén. La luz de las pantallas se proyectaba a su espalda convirtiéndola en una sombra.

-¿Qué has descubierto?

-De todo un poco. Información curiosa, demasiado densa y datos que pueden ayudarnos –Rubén se sentó junto a ella más relajado, echando la cabeza hacia el respaldo y extendiendo los brazos hacia delante como si fuera a meditar. Ambos miraban al otro lado del estudio donde estaban colgados objetos y máscaras de distintas culturas-. El primer lugar de la lista es Gori, una pequeña ciudad de Georgia, conocida por sus innumerables cuevas. De hecho, la casa donde vivió Stalin, aunque era de madera, se extendía por una cueva. En Gori nació Stalin el 21 de diciembre de 1879. Fue hijo de un zapatero conocido como Vissarión Dzhugashvili y una sirvienta llamada Yekaterina Gueladze. Allí pasó su infancia y estudió en la escuela parroquial. A los once años de edad Stalin fue atropellado por un faetón siendo trasladado inmediatamente a Tiflis, capital de Georgia, para recibir tratamiento médico. Esta es la segunda localización. Continuó en esta ciudad donde comenzó a trabajar como aprendiz en una fábrica. Sin embargo, su madre estaba dispuesta a hacer lo que fuera por que su hijo estudiara. Yekaterina era una mujer de carácter y muy devota de la Iglesia Ortodoxa. Consiguió que volviera a Gori para terminar sus estudios básicos y con quince años marchó nuevamente a Tiflis para matricularse en el seminario. Durante cinco largos años estuvo internado hasta que fue expulsado antes de finalizar los exámenes.

-Parece que fue un chico rebelde desde el principio –comentó Isabel.

-Pues sí. Lo curioso es que en aquella institución había más espíritu revolucionario que ortodoxo. Stalin alternó la teología como seminarista con las ideas revolucionarias marxistas. Esta es una importante etapa en Tiflis porque va naciendo el verdadero Stalin revolucionario. Entró en contacto con grupos militares que habían sido desterrados en el Cáucaso y se adhirió al Messamé-Dassi o La Tercera Vía, el partido socialdemócrata georgiano. Tras abandonar el seminario tuvo clara su vocación: dedicarse por entero  a la lucha política.

-Pero la lucha política no le daba de comer, supongo. ¿De qué vivía?

-Inicialmente se ganó la vida dando clases particulares y luego en el Observatorio astronómico. En Tiflis preparó su primera manifestación en la que pudo reunir unos quinientos obreros y pronunciar su primer discurso político. Ya no se dirigía a un grupo reducido de intelectuales, se presentaba como un futuro líder. Su actividad política llevó a la Ojrana o policía a controlarlo.

-Había comenzado la verdadera revolución –sentenció Isabel.

-La revolución y la clandestinidad, para ser más exactos –Rubén la miró con una sonrisa enigmática-. Hasta que no se consolidó en el Partido Comunista, tuvo una vida dura y agitada. A partir de 1901 se libró de las distintas redadas policiales. No tenía domicilio fijo, cambia de nombre y se proveía de documentación falsa. Uno de los lugares clandestinos importantes fue Bakú, la capital de Azerbaiyán. Y digo importante porque es el tercer posible enclave. En Bakú creó una imprenta clandestina con el nombre en clave de Nina. Esta imprenta fue una pieza fundamental en la propaganda marxista de Stalin. Para la organización, era el tesoro más preciado. Panfletos, proclamas, octavillas, periódicos y libros salían en cestas de mimbre para repartirlas a otras regiones fuera del Cáucaso. Para Stalin supuso un logro importante y fundamental en su lucha. En esa imprenta apareció el primer periódico marxista en lengua georgiana, Brdzola, lo que permitía difundir las ideas marxistas a las clases obreras que no sabían ruso en el Cáucaso –Rubén hizo una pausa-. En 1902 es detenido por primera vez y encarcelado en varios lugares, incluida Siberia. Comenzaron las revueltas, huelgas y manifestaciones. Consiguió huir hacia Tiflis. Sus viajes entre esta ciudad y Bakú fueron constantes. Son los dos puntos importantes de su lucha. Los conoció muy bien, se sentía cómodo, a pesar de su persecución. Prueba de ello fue la utilización del Observatorio astronómico donde Stalin trabajó para esconder el dinero que un escuadrón de soldados bolcheviques había conseguido tras atacar un furgón blindado.

-Todo era legal si servía para la causa –comentó Isabel-. Así que Tiflis y Bakú son los dos puntos más calientes.

-En todos los sentidos –ironizó Rubén-. Volvió a ser detenido, encarcelado, deportado, desterrado y fugado. Sus movimientos fuera del Cáucaso eran rápidos. Los lugares que visitaba no tenían la más mínima importancia. No eran puntos neurálgicos, más bien una especie de transición antes de asentarse en Moscú. La Revolución de 1917 libera a Stalin de Siberia y comienza su meteórica carrera hacia el Olimpo soviético.

-¿Y los demás lugares?

-El Kremlin, residencia oficial del gobierno, está descartado.  Otro posible lugar pudo ser Sochi, una ciudad rusa cerca del límite con Georgia. Allí se encontraba la villa donde Stalin pasaba el verano. Es un edificio singular, pintado totalmente de verde para camuflarse con la vegetación y evitar ser visto desde el aire, el mar o desde las montañas Akhun. Stalin fue un paranoico de la seguridad. El problema está en que se convirtió en un hotel allá por 1991. Pertenece a un consorcio integrado por el Estado, la petrolera Lukoil y otras empresas rusas.

-¿Por qué lo descartas?

-El convertirlo en un hotel supone reformas, adaptación de la estructura interna y cimientos. Con las obras se hubiera localizado el oro y el magnate Dmitri Prestupleniye no se molestaría en montar este control sobre nosotros. Además, quizás una de esas empresas rusas sean suyas, lo que le permitiría buscar sin problemas.

-Por tanto, habrá que centrarse en Gori, Tiflis y Bakú.

-A no ser que descubramos algo nuevo en los lienzos de Víktor Petrograd.


Isabel se giró mirando a Rubén con ojos destellantes. Estaba emocionada de pensar que tras las pinturas aún quedaban nuevos secretos por desvelar. Aquel pintor ruso no dejaba de sorprenderle. Solo quedaba esperar los resultados de los análisis de rayos x para continuar con la investigación.

viernes, 9 de junio de 2017

El cuadro. Capítulo 20



- 20 -


A medida que Rubén volvía a consultar toda la documentación, más comprendía la causa por a que Víktor Petrograd preparó su muerte ficticia y huyó a Francia. Gran parte de los que intervinieron en la operación de traslado y recuento del oro de la República Española a Moscú habían sido asesinados: altos cargos del gobierno como el agente del NKVD Arthur Stashevski; el embajador soviético Rosemberg; y los Comisarios del Pueblo de la Hacienda Soviética Grinkó, Krestinski, Margoulis y Kagán. Otros tuvieron mejor suerte, como el director del NKVD en España que preparó la operación desde Cartagena, Alexander Orlov, que huyó a Estados Unidos; los cuatro claveros fueron retenidos una temporada hasta que se decidió enviarlos a Estocolmo, Buenos Aires, Washington y México; y el embajador español Marcelino Pascua también evitó la muerte trasladándose a París. Sin embargo, lo que más preocupó a Petrograd fue la suerte de todos los que intervinieron en la ocultación del oro y las personas que trabajaron en los distintos equipos para el diseño de la estatua. De ninguno de ellos se supo nada a partir de 1938. Demasiada gente había muerto o desaparecido. Víktor Petrograd fue un superviviente.

Miró por la ventana como iban entrando niños pequeños a la guardería del Convento. Cogidos de la mano de sus madres, medio dormidos, iban pasando por la puerta de madera con resignación. Al fondo la chimenea, último vestigio de la fábrica de cervezas, se erigía como un faro medio oculto. Resultaba extraño. Era como si hubieran plantado la chimenea en mitad de un patio de vecinos. Aún así, la imagen era espectacular. La miró un instante pensativo hasta que la imagen de una fábrica le llevó a plantearse una duda: «¿Por qué Dmitri Prestupleniye, un magnate ruso, es capaz de ordenar el asesinato de personas para conseguir el oro de la República? Se llevó a Moscú 792.346 kilos de oro en lingotes, que ahora serían 12.200 millones de euros. ¿A cuanto ascenderá la fortuna de Prestupleniye sumando todo su patrimonio, sociedades repartidas en todo el mundo, fábricas y acciones?» -Rubén negó con la cabeza. Había algo más que lingotes de oro. Doce mil millones de euros no iban a hacerle más rico al magnate. Algo más se escondía.

Buscó entre la vida de Stalin e hizo una lista de lugares donde pudo haberse escondido el oro y  que conocía perfectamente. Por lo pronto nació e inició sus estudios básicos en Gori, que por aquel entonces pertenecía a la Gubernia de Tiflis del Imperio ruso, actual Georgia; marchó con su familia a Tiflis, capital de Georgia, donde estudió en un seminario y trabajó posteriormente en el Observatorio astronómico; en Bakú, capital de Azerbaiyán, creó una imprenta clandestina con el nombre en clave Nina y fue encarcelado en la prisión de Bailov; también fue encarcelado en Batumi, ciudad georgiana próxima a Turquía, y deportado a Siberia; Sochi, Rusia, donde se encontraba su residencia de verano; y el Kremlin, Moscú, residencia oficial de Stalin.

Permaneció varios minutos revisando la lista. Alguno de los lugares debía ser especial, tener unas características especiales para que perdurara en el tiempo, contando con que siguiera allí. Recordó el estudio de las pinturas y se decantó por Gori, Tiflis y Bakú. Pero solo uno de ellos, Gori, simbolizaba lo que Isabel denominó el lugar de fecundación, la tierra. ¿Esta ciudad era el equivalente físico al Mausoleo de Lenin del cuadro? Faltaban datos. Era necesario analizar los cuadros desde otra perspectiva.

Era medio día cuando entró en la aplicación de su Smartphone y seleccionó la opción de Chat cifrado.

>> ULISES [Inactivo]
>> RC.5 [Activo]
>> IS.3 [Inactivo]

Esperó unos segundos y el terminal de Isabel se activó.

>> IS.3
¿Alguna novedad?

>>RC.5
Ninguna. He investigado la vida de Stalin y buscado posibles localizaciones. Tengo tres, pero necesito más datos. Hay que analizar de nuevo los cuadros. Se nos escapa algo.

>>IS.3
He estado dándole vueltas al asunto y quizás tengamos que buscar más profundamente.

>>RC.5
¿A qué te refieres?

>> IS.3
Me refiero a que en un cuadro se pueden ocultar imperfecciones… e información.

Se produjo un largo silencio. El cursor parpadeaba a la espera de un nuevo mensaje.

>> IS.3
¿Sigues ahí?

>> RC.5
Sigo aquí. ¿Cómo se puede esconder información en un cuadro?

>> IS.3
Existen varios casos. Uno de ellos lo conozco por la investigación que Julia Darro hizo sobre una pintura flamenca cuando la estaba restaurando. En concreto era La partida de ajedrez, un óleo sobre tabla pintado en 1471 por Pieter Van Huys.
Tras realizar un análisis con rayos X, descubrió que debajo de la pintura había oculta otra con tres palabras: QUIS NECAVIT EQUITEM.

>> RC.5
Interesante. ¿Crees que este puede ser el caso?

>> IS.3
Si tuvo amistad durante muchos años con un antiguo espía soviético, es posible que aprendiera trucos para ocultar información.

>> RC.5
Eso quiere decir que hay que pasar por rayos X los cuatro cuadros.

>> IS.3
Sí. Con los tres que tenemos no hay problema. Conozco a varios técnicos del Museo del Prado que nos pueden ayudar.

>>RC.5
El problema está en el cuarto cuadro. Parisi tendrá que hacerlo por su cuenta.

>> IS.3
Sí. Y habrá que decírselo de forma que Ignacio Gorján no lo descubra.

>> RC.5
Bien. Nos vemos esta tarde a las ocho en la tienda. ¿Te parece bien?

>> IS.3
OK. Haremos las gestiones esta tarde.


Rubén desconectó el Smartphone y volvió a mirar por la ventana. Algunos niños salían de la guardería más cansados que cuando entraron. Muchos se quedaron jugando en los columpios mientras sus padres tomaban cervezas en la plaza. Sin embargo, hubo una persona que le llamó la atención. Al otro lado de la plaza, en la calle Samaniel, había parada una moto de gran cilindrada color negra. En ella había una persona con cazadora de cuero y casco del mismo color. Estaba allí mirando hacia el Balcón del apartamento. Cuando se percató de que Rubén le observaba, puso en marcha la moto y se fue calle abajo.

El cuadro. Capítulo 19



- 19 -


A las siete de la mañana sonó el despertador. Apenas podía levantarse después de una intensa noche de investigación. A medio camino del mundo onírico y el real, se dirigió a la ducha y abrió el grifo de agua fría. Era el mejor método para activar todo su cuerpo antes de un buen café.

Cuando las circunstancias le permitían, todas las mañanas solía poner música tradicional china y practicar Taichí realizando movimientos lentos, fluidos. Este arte le ayudaba a ejercitar el cuerpo y a meditar. Se había convertido en parte de su vida.

Durante toda la mañana estuvo respondiendo el correo electrónico, actualizando el catálogo y atendiendo varios clientes que la visitaron con previo aviso.


***

Rubén Carter se había levantado una hora antes y había salido al Parque del Retiro para hacer jogging. Solía ir caminando y, una vez en el parque, corría sin prisas, respirando profundamente el aire fresco por los caminos y veredas que se repartían en torno al monumento a Alfonso XII. Prefería este ejercicio que el running porque no suponía un control exhaustivo de tiempos, distancias y ritmos cardíacos. Durante una hora daba vueltas al ritmo de Bach, Handel, Debussy's o Vivaldi que escuchaba a través de su reproductor MP3. El verdor del parque y la tranquilidad le reconfortaban. Era como si aquel espacio fuera mágico del que emanaba la energía de la vida.

Después del ejercicio, volvió al apartamento y, tras una tonificante ducha y un buen desayuno, decidió trabajar sobre la vida de Stalin. Era necesario saber todo lo relacionado con él para descubrir la situación exacta donde se escondía el oro de la República Española.


***


Comisaría General de Policía Judicial, Madrid. Ocho de la mañana.


Los responsables de las Brigadas Centrales de Delincuencia Económica y Fiscal, Investigación de Blanqueo de Capitales y anticorrupción y de Inteligencia Financiera, pertenecientes ala Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), se reúnen a puerta cerrada para tratar varios casos. Entre uno de los expedientes figura el nombre de Ignacio Gorján. La investigación está a punto de ponerse en marcha. Durante unos días han saltado las alarmas sobre movimientos sospechosos en empresas creadas por él.  

miércoles, 7 de junio de 2017

El cuadro. Capítulo 18



- 18 -


Polígono Industrial El Álamo, Fuenlabrada, Madrid. Cinco de la mañana.

Un hombre entró en una nave aparentemente abandonada. Solo el cartel de metal con el nombre “Maderas Leuce” hacía referencia al tipo de actividad. No se apreciaban sistemas de seguridad como alarmas, cámaras de video vigilancia o sensores. Incluso las luces exteriores permanecían apagadas.

El hombre, de estatura media, corpulento y con la cabeza rapada, abrió la puerta metálica con total sigilo y entró. Todo estaba oscuro. La luz de la luna apenas entraba por los grandes ventanales plomizos dando una atmósfera lúgubre. Ante él había palés, cajas y montañas de madera apiladas como edificios pardos cuya disposición creaba una serie de laberínticos pasillos que conducían al centro. Como tantas veces, caminó entre la penumbra hasta que, a lo lejos, fue surgiendo un suave resplandor azulado. Al llegar al centro de la nave se detuvo y sonrió en una leve mueca. Había mucho trabajo por delante.

Avanzó unos metros hasta un sofisticado sistema informático compuesto por un servidor, varias pantallas y dispositivos electrónicos. Miró cada una de las pantallas en las que había gráficos, hojas de cálculo, informes y mensajes donde se mostraban en tiempo real los análisis financieros internacionales. Estaba conectado a las más importantes bases de datos bursátiles y medios de información financieros. Dejó la chaqueta de cuero en el respaldo de la silla, miró su reloj digital y se sentó frente a una de las pantallas. «Ya es hora de dar el siguiente paso», pensó. Respiró profundamente y comenzó a entrar en los principales bancos europeos. En cada uno había cuentas de empresas pertenecientes al empresario ruso Dmitri Prestupleniye, concretamente aquellas encuadradas en la División Latinoamericana. El hombre entró en cada cuenta transfiriendo pequeñas cantidades de dinero con destino a otras tantas en paraísos fiscales pertenecientes a sociedades offshore o sociedades opacas: Islas Bermudas, Islas Caimán, Singapur, Las Bahamas, Hong Kong, Jersey e Islas Vírgenes Británicas. Meses antes había abierto sociedades en aquellos territorios exentos de impuestos y donde los operadores económicos gozaban del total anonimato gracias al secreto bancario. Sin embargo, lo que nadie esperaría, cuando se supiera de la existencia de las nuevas sociedades y las cuentas bancarias en los paraísos fiscales, es que todas ellas estaban a nombre de Ignacio Gorján.

Faltaban pocas horas para que abrieran las bolsas europeas. Sería entonces cuando comenzara a comprar y vender acciones en un intento de llamar la atención. El fraude debía darse a conocer por medio de movimientos sospechosos bien preparados. Luego, a media mañana, haría lo mismo en las bolsas estadounidenses: NASDAQ y NYSE.

Sobre las once de la mañana se levantó para prepararse otro café en una improvisada cocina. Estaba satisfecho por el giro que estaban dando los acontecimientos. Todo salía como había planeado. Nadie se enteraría. El sistema estaba conectado a internet a través de una serie de enlaces, consiguiendo enrutar el flujo de datos por nodos ubicados en distintos países. Esto hacía muy difícil llegar hasta él. No fue lo mismo que el otro trabajo, cuando se introdujo en el sistema de la tienda de antigüedades para desconectar las cámaras de vigilancia y la alarma. Aquello fue premeditado, para que supieran quien estaba detrás.

Volvió hacia la mesa y pulsó el ratón. En una de las pantallas se abrió una ventana que contenía la imagen de la fachada de la tienda de antigüedades. No se trataba de una fotografía. Era la imagen de una cámara de vigilancia situada en el edificio de enfrente. Cogió su tablet y comprobó que las mismas imágenes aparecieran en el dispositivo. En el lado inferior de la pantalla había varios botones que llevaban a otras tantas cámaras. Volvió a sonreír como un cazador vigilando de cerca sus presas.


Apagó la tablet y volvió a sentarse frente a las pantallas. Tomó un sorbo de café y con calma se remangó la camisa. A medida que descubría el brazo izquierdo pudo verse el tatuaje de un pentagrama invertido dentro de una serpiente enroscada.


viernes, 2 de junio de 2017

El cuadro. Capítulo 17



- 17 -


Antes de continuar he de matizar que los hechos relatados a continuación son reales y obtenidos de distintas fuentes. No obstante, para evitar confusiones, he omitido los juicios de valor e interpretaciones de las fuentes consultadas, limitándome a relatar de modo imparcial los acontecimientos ocurridos entre España y la Unión Soviética en 1936. No pretendo hacer ningún análisis de la situación ni valorar si las decisiones que se tomaron en aquel período del inicio de la Guerra Civil Española fueron o no acertadas. Este cometido lo dejo a su buen entender.

Gracias.

David Bruma


***

La tenue luz de la pequeña lámpara impregnaba una parte del estudio, como si todo el universo se concentrara en la mesa. Alrededor, la penumbra cubría el suelo y la estantería de roble creando una atmósfera casi onírica, intrigante, donde los libros parecían asociarse con las máscaras africanas en un intento de formar parte de la historia. Isabel vertió té en la taza de cerámica color terracota con una frase en relieve que ponía “I love Egypt”. Mientras Rubén preparaba la documentación, se quitó los zapatos y atravesó el oscuro salón descalza, sintiendo la tarima bajos sus pies. El contacto con la madera le recordaba la naturaleza.

-Para comprender la historia tenemos que remontarnos a la España de 1936 -dijo Rubén mientras cogía varios libros-. Como sabrás, en julio de ese año se produjo una sublevación militar contra el gobierno de la Segunda República. España se dividió en dos bandos: Nacional y Republicano. Cada uno de ellos necesitaba medios para mantener un conflicto bélico, por lo que pidieron ayuda exterior. El gobierno de José Giral se puso en contacto con Francia, país más proclive a auxiliar a la República, mientras que en el bando Nacional, encabezado por el general Francisco Franco, hizo lo mismo en Roma y Berlín -dejó los libros en un extremo de la mesa y se sentó frente al teclado-. Antes de iniciarse la Guerra Civil, España estaba entre los primeros países con mayores reservas movilizables, junto a Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, acumuladas gracias a su neutralidad en la Primera Guerra Mundial. Las reservas se distribuían principalmente entre la sede central del Banco de España en Madrid, sus delegaciones provinciales y, en menor medida, en depósitos guardados en París. El periódico estadounidense The New York Times informó el 7 de agosto de 1936 que solo en la sede central de Madrid había 718 millones de dólares estadounidenses de la época, lo que equivalía a 635 ó 639 toneladas de oro fino, según el historiador Ángel Viñas en su obra El escudo de la República. Imagina el total contando con las reservas de las delegaciones provinciales y París -hizo una pausa-. Hay que tener en cuenta que en aquel momento el Banco de España era una Sociedad Anónima, una empresa privada, aunque estaba sometida al control del gobierno.

Evolución de la Guerra Civil Española (1936-1939) - Fuente Gifex.com

-Pero si quedó dividida España, ¿quién se quedó con las reservas?

-El bando Republicano dominaba Madrid, lo que permitía tener el control de parte de esas reservas. Los sublevados, en cambio, crearon un nuevo Banco de España en Burgos con las que había en las provincias ubicadas bajo su poder –Rubén cogió uno de los libros y comenzó a pasar páginas para retomar el hilo de la financiación-. Para conseguir francos franceses que le permitieran la compra de armas en el extranjero, el gobierno de José Giral envió un total de 174 toneladas de oro fino, el 27,4 % de las reservas, al Banco de Francia. El 8 de agosto llegaron los primeros aviones que, supuestamente, ayudarían a los republicanos a defenderse de los nacionales.

-¿Por qué dices supuestamente?

-Según el experto en armamento, Gerald Howson, los aviones militares que el bando Republicano recibió eran buenos, muy modernos, pero no llevaban armas, soporte, punto de mira, caja de municiones, dispositivo que sincronizaba el tiro con la hélice ni sistema de control para la artillería montada sobre las alas.

-Menuda compra.

-De todas formas, ese era el menor de sus males. El gobierno francés podía apoyarlos pero había grupos, como el Partido Radical, que amenazaban con retirar su apoyo si intervenía a favor de la República española. Los británicos también presionaron a Francia para que no interviniera y evitar romper el equilibrio político en Europa. En julio Francia dejó de enviar suministros. Las cuentas que el gobierno tenía en Gran Bretaña y Francia fueron bloqueadas por lo que solo podía disponer del oro guardado en el Banco de España.

-Eso cerraba la puerta.

-Cerraba la puerta y los ponía en una situación delicada. El 25 de julio Hitler apoyó al bando Nacional con un envío de 11 bombarderos nuevos, tripulación y equipo técnico a Marruecos, mientras Mussolini envió, el día 30 de julio, un lote de 12 bombarderos. Para no involucrar directamente a terceros países en la guerra civil, el general Franco creó la Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes como tapadera para recibir la ayuda. Estados Unidos también apoyó al bando Nacional con suministros. Empresas como Ford aportaron camiones mientras la petrolera Texas colaboró con el carburante. Todos ellos aceptaron que el general Franco pagara las ayudas a través de créditos, suponiendo una ventaja a los sublevados.

Encuentro entre Hitler (izquierda) y Franco (derecha)

-Supongo que José Giral tuvo que buscar otros aliados ante la amenaza de los nacionales.

-Y también ante el Acuerdo de No Intervención en España por parte de las democracias occidentales. El bando Republicano se quedaba solo, aislado. A finales de agosto de 1936, veintisiete países europeos firmaron el pacto por el que se comprometían a no vender, exportar y traficar con armamento a los bandos enfrentados en la Guerra Civil Española. Se había activado el embargo.

-¿Se cumplió el acuerdo? –preguntó Isabel en tono sarcástico.

-Todo quedó en papel mojado. Italia y Alemania seguían ayudando al general Franco. El bando Republicano tuvo que buscar un mayor y sólido aliado y lo encontró: la Unión Soviética. Era el matrimonio perfecto, aunque la ayuda inicial no fue oficial, ya que ellos también suscribieron el Acuerdo de No Intervención en España. La URSS intentaba no romper el equilibrio de la diplomacia soviética. Stalin se mantuvo distante para no dar la imagen, frente a Gran Bretaña y Francia, de que intentaba fomentar la Revolución mundial en España. Pero el avance de los sublevados y la postura falsamente neutral de Alemania e Italia hizo reflexionar a los soviéticos temiendo una derrota de los republicanos. Así que decidieron intervenir más directamente. Se crearon las Brigadas Internacionales, unidades militares compuestas por voluntarios de más de 50 países para ayudar al ejército republicano –hizo una pausa-. Ten en cuenta que la guerra civil supuso para el exterior la lucha del fascismo contra el antifascismo. Y la URSS no era ajena a ello. El 22 de agosto de 1936 el Politburó, máximo órgano ejecutivo del Partido Comunista, mandó una delegación diplomática y comercial a España.

-Con la intervención de la Unión Soviética entramos en el tema que nos ocupa: los cuadros -dijo Isabel intrigada.

-Manuel Azaña, como Presidente de la República Española, firmó el 13 de septiembre de 1936 un Decreto en el que... -Rubén abrió la ventana del procesador de textos y leyó-: «Se autoriza al Ministro de Hacienda para que en el momento que lo considere oportuno ordene el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España».  El Decreto tenía como finalidad poner a salvo las reservas metálicas y evitar que cayera en manos del bando Nacional -en este punto hizo una pausa, intentando reflexionar-. Ningún historiador se pone de acuerdo en quién decidió que las reservas de oro viajaran a Moscú como solución. No obstante, la mayoría consideran que fue el nuevo Ministro de Hacienda, Juan Negrín, quien lo propuso por iniciativa propia.

Ministro de Hacienda, Juan Negrín

-¿Y cuando comenzó el traslado del oro?

-El día 14 de septiembre de 1936, lunes, el Gobernador del Banco de España y los representantes de los accionistas se reúnen a puerta cerrada para debatir el nuevo Decreto firmado por el Presidente de la República. Todos se opusieron sin éxito. Los preparativos del traslado habían comenzado antes del inicio de la reunión.

Efectivamente, en la madrugada del 14 de septiembre de 1936 fuerzas de carabineros y milicias entraron en el Banco de España. La operación fue dirigida por el Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, acompañado del capitán Julio López Masegosa, 50 cerrajeros y empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid. Según Amaro del Rosal, el Cajero principal se suicidó en su despacho al ver que se iban a llevar toda la reserva de oro. Se crearon tres equipos de trabajo: de funcionarios de banca, del Sindicato de Tranvías y de carabineros. Durante una semana 80 personas permanecieron dentro del Banco para organizar el transporte.

A nivel político, la operación solo fue conocida por el Presidente del Consejo de Ministros, Largo Caballero, el Ministro de Hacienda, Juan Negrín, y el de Marina y Aire, Indalecio Prieto. En el más absoluto secreto, a 35 metros bajo tierra, en la cámara acorazada, fueron colocando el oro y la plata en cajas de madera de pino que solían utilizarse para transportar municiones. El tamaño era de 30,5 por 48,2 y por 17,7 centímetros. Aunque se lacraban para evitar su apertura o manipulación, ninguna estaba numerada ni tenían distintivos. Tampoco iban acompañadas de documentos que indicaran la cantidad, el peso y el contraste del oro y la plata.

Entrada a la Cámara acorazada del Banco de España

El 15 de septiembre a las once y media de la noche parte el primer convoy cargado con el oro desde la Estación del Mediodía, actual Estación de Atocha. Los vagones se precintaron y fueron custodiados por funcionarios del Banco de España y escoltados por las Brigadas Motorizadas del Partido Socialista. El convoy iba dirección a los polvorines de La Algameca, en el puerto de Cartagena. Pasaron por Aranjuez y Alcázar de San Juan hasta que a la altura de Hellín, sufrió una avería y el cargamento tuvo que ser repartido en tres estaciones distintas. Continuaron el viaje pasando por Múrcia y, a las cinco de la tarde, llegó a Cartagena donde se encontraba la Base Naval más protegida de la República.

Fueron en total diez mil cajas las que se guardaron en los polvorines 136, 137 y 138 excavados en la bahía de La Algameca. A partir de ese momento, el Banco de España republicano estaría en Cartagena, por lo que se trasladaron para su custodia 33 funcionarios. Poco a poco el transporte dejaba de ser un secreto, sobretodo por parte de los Servicios de inteligencia del general Franco.

El 15 de octubre el Presidente Largo Caballero y el Ministro de Hacienda Juan Negrín decidieron enviar todo el oro que había en Cartagena a Moscú. Stalin designó a Alexander Orlov, director del NKVD en España, para organizar la operación. Veinte camiones militares conducidos por tanquistas soviéticos se dirigieron, la noche del 23 de octubre, hacia el polvorín para recoger el oro y la plata. Fueron necesarios tres noches para que sesenta marineros españoles embarcaran 7.800 de las 10.000 cajas en cuatro buques soviéticos: Kine, Kursk, Neva y Volgoles. Cada dos horas diez camiones, con 50 cajas cada uno, salían de los subterráneos en dirección al puerto. Los buques soviéticos partieron la mañana del 25 de octubre. En cada uno iba un clavero, o custodio de las llaves de las cajas fuertes, del Banco de España: Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco.

-Un segundo –interrumpió Isabel extrañada-. ¿En cuatro buques soviéticos se cargaron las cajas de oro? Si fueron cuatro los buques, ¿por qué Víktor Petrograd pintó tres en el primer cuadro?

-Partieron los cuatro buques, pero el Kursk tuvo una avería que le hizo retrasarse. Quizás sea la razón de que figuren tres barcos en el cuadro, los tres primeros en llegar al puerto ucraniano de Odessa.

-Tiene su lógica.

Puerto de Odessa, Ucrania

-El día dos de noviembre llegaron los buques Kine, Neva y Volgoles al puerto de Odessa. Allí esperaban agentes del NKVD protegidos por tropas especiales. Llegada la noche trasladaron el cargamento a un convoy blindado y protegido por soldados con destino Moscú. No hubo parada. El viaje duró tres días. Una vez llegado a la capital rusa el “niño”, nombre en clave para referirse al oro, fue trasladado al Depósito del Estado de Metales Preciosos del Comisariado del Pueblo para las Finanzas.

-Ahora sabemos que el segundo cuadro pertenece al viaje que se hizo desde Odessa hasta Moscú.

-Ese oro llegó precisamente un día antes del decimonoveno aniversario de la revolución de octubre -Rubén abrió el archivo con la imagen del Desfile en la Plaza Roja-. Según Alexander Orlov, el agente del NKVD que preparó el transporte por mar, Stalin organizó una comida en la que estaban presentes miembros Politburó.

-¿Es posible que se invitara a alguien más? -preguntó Isabel esperando confirmar su idea de una presencia más activa de Víktor Petrograd en aquellos acontecimientos.

-No hay constancia de más personas, aunque no podemos descartarlo. Orlov afirmó, años después en Estados Unidos, que Stalin comentó lo siguiente: «Los españoles no verán su oro nunca más, como tampoco ven sus orejas». La idea final era que la URSS se quedara con el oro de la República Española como pago de la ayuda. Para Stalin fue inconcebible custodiarlo para evitar que el bando Nacional se apoderara de todas las reservas de oro.

-Comprendo. Una vez que las reservas de oro y plata llegan a Rusia no hay vuelta atrás. Una buena jugada para los soviéticos.

-El día 6 de noviembre se celebra el aniversario de la Revolución de Octubre presidida por el propio Stalin y los miembros del Politburó. A la fiesta acuden también representantes del gobierno de la República Española, funcionarios del Banco de España y los claveros -Rubén amplió la imagen del cuadro-. Ahí tenemos la tercera pista.

Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú

-El edificio cuadrado -dijo Isabel recordando las líneas de fuerza y los ejes del plano que atravesaban el objeto central-. El Mausoleo de Lenin, es la clave.

-Me aventuro a pensar que más que el edificio en sí, lo importante es la persona que observó el desfile -puntualizó Rubén.

Stalin (centro) en el Aniversario de la Revolución de Octubre en 1936

-Entonces, eso significa que la localización hay que buscarla en Stalin -Rubén afirmó con la cabeza-. Petrograd marcó con una equis imaginaria la “clave de bóveda” en un doble sentido. Desde el punto de vista simbólico, el Mausoleo de Lenin nos dice que debemos buscar en la tierra fecunda, la que regeneró al que hay en ella. ¿Puede ser Gori, Georgia, donde nació Stalin?

-Es una de las opciones -respondió Rubén continuando con el destino del oro-. Entre el 5 de diciembre de 1936 y el 24 de enero de 1937, se procedió al recuento de 509.287 kilos de monedas de dieciséis países distintos y 792.346 kilos de oro en lingotes. Parece ser que los soviéticos no supieron darle el valor numismático de las monedas, bastante superior al valor del oro que contenían. Y la tasación de los lingotes de oro fue inferior a su precio real. El recuento lo realizaron los cuatro calveros españoles que viajaron en los buques soviéticos.

Isabel permaneció en silencio una eternidad. Miraba la gran pantalla donde se mostraba la sucesión de cuadros de  Petrograd. El viaje era para buscar el oro de la República Española. El mismo pintor supo de su existencia y paradero tras el recuento en el Depósito del Estado de Metales Preciosos del Comisariado del Pueblo para las Finanzas.

-Supongo que no se sabrá el destino de todo el oro.

-Algunos autores dicen que las monedas de oro pudieron haberse vendido a lo largo de los años en el mercado internacional, aunque otros afirman que quinientas toneladas monedas fueron fundidas. En cuanto a los lingotes... nada.

-¿Cuanto valdría a día de hoy el oro que se quedó Moscú? -preguntó Isabel con curiosidad.

Rubén entró en diversas revistas científicas digitales y realizó una búsqueda.

-Según el Doctor en arqueología e Historia Martín Almagro Gorbea, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, el valor a día de hoy asciende a 12.200 millones de euros -el silencio reinó de nuevo. Ambos contemplaban las cuatro pinturas como si fuera la primera vez. Estaban absortos. El viaje había comenzado-. El día 5 de febrero de 1937 se firmó el acta dejando constancia de la recepción del oro español.

-Si damos por hecho que las monedas se vendieron durante medio siglo en el mercado internacional o se fundieron -reflexionó Isabel-, habrá que descubrir cual fue la suerte de los lingotes de oro. Afortunadamente Víktor Petrograd nos ha dado todas las pistas.


-Y esa es la causa por la que Ignacio Gorján sea capaz de asesinar. Él también quiere descubrir el paradero del oro de la República Española.