viernes, 12 de mayo de 2017

El cuadro. Capítulo 10


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Rubén se descalzó caminando por la alfombra persa del estudio hasta el mueble bar. Preparó un whisky y se dejó caer en el sillón de cuero. Él era más clásico en todos los sentidos. Seguía aferrado a su viejo tocadiscos y la colección de música clásica: Haydn, Lortzing, Boïeldieu, Berlioz, Beethoven, Bach o Mozart. Cerró los ojos concentrándose en el primer movimiento del Cuarteto de cuerda número 19 de Mozart, más conocido como Cuarteto de las disonancias. El primer movimiento comenzó con un siniestro y silencioso violonchelo, seguido de la viola y el violín, creando de esta forma la disonancia. La introducción era larga y lenta, propia del adagio, hasta llegar al allegro, con un do mayor, en forma de sonata.


La música le llevó a ese estado de evasión de la realidad, sumiéndole en una especie de trance a medida que seguía las distintas escalas cromáticas y tonos en intervalos de cuarta. De vez en cuando seguía el compás con el brazo derecho, como si estuviera dirigiendo una orquesta. Apenas le dolía el costado. Solo necesitaba desconectar del mundo, encerrarse en el universo Mozart y disfrutar de la soledad. Aún tenía tiempo antes de reunirse con BJ.

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